Desde hace mucho tiempo, algunas personas han considerado que aprovechar la energía de fusión para que sea algo viable en términos comerciales —y tal vez, en última instancia, una fuente de energía limpia que remplace los combustibles fósiles en los próximos siglos— es el verdadero gran objetivo que debemos alcanzar.

Pero el interés de los inversionistas en la energía de fusión va aumentando poco a poco y se está multiplicando el número de empresas emergentes en este campo, donde cerca de 1.100 personas de varios países se ganan la vida en estas compañías. Se está conformando una industria en la que hay una red cada vez más grande de empresas que proporcionan equipo especializado, como los componentes de los potentes imanes que requieren los dispositivos encargados de la fusión.

Incluso en fechas recientes, el gobierno británico vio la necesidad de emitir reglamentos para la energía de fusión, una suerte de acontecimiento para esta industria en expansión.

Nadie sabe cuándo será viable a nivel comercial la energía de fusión, pero el hecho de que esté captando inversiones privadas es una señal de alerta acerca del calentamiento global.

“Nadie tiene un plan mejor para hacer frente a la crisis climática”, comentó David Kingham, uno de los tres cofundadores de una empresa llamada Tokamak Energy que ha recaudado cerca de 200 millones de dólares, sobre todo de inversionistas privados.

En Tokamak Energy, uno de los objetivos, en algún momento, es elevar la temperatura de los isótopos de hidrógeno y que estos se calienten lo suficiente como para que sus átomos se mezclen en una reacción que libere enormes cantidades de energía. Esta es la esencia de la fusión, a la cual con frecuencia se le describe como la energía detrás del Sol y de las estrellas.

En el laboratorio de la empresa, ubicado en un parque industrial en las afueras de Oxford, cada 15 o 20 minutos, por el sistema de megafonía avisan que se aproxima una prueba y que todos deben permanecer fuera de la habitación donde está el dispositivo de fusión, el cual mide 4 metros de altura y tiene gruesas paredes de acero. Aparece un sonido chirriante que dura como un segundo. Luego, en un monitor se ve un inquietante video con pulsaciones que muestra el interior del dispositivo cuando un potente rayo perfora un gas hipercaliente conocido como plasma.