Ana Patricia Peralta, una caja de sorpresas
Adriana Varillas
Paola Chiomante
Octavio Castillero
Por su juventud, hay quienes dentro y fuera del servicio público, han puesto en duda sus capacidades. Por su belleza, no ha faltado el político que la haya acosado; por su clase social, carga con el estigma de “niña bien” y, aunque ocupa la más alta posición gubernamental al frente del principal destino turístico de México y América Latina –Cancún– hay funcionarios que han intentado minimizar su autoridad.
Si bien la discriminación no aplica a la inversa, es real que ha estado sujeta a la descalificación por prejuicios de edad y clase; ha sido objeto de machismo y de la crueldad contenida en muchos de los ataques que recibe.
Su respuesta ha sido plantar cara y mostrar actitud. Una mezcla de dominio personal, decisión y carácter: “Es algo que no me afecta en nada (…) Yo sigo avanzando. Obstáculos siempre hay, pero que realmente me afecten, no; yo creo que es algo que me impulsa”, expresa.
En ese contexto ha tenido que esforzarse para demostrar ante sus críticos que no es solo su apellido, ni su posición económica, la llave que le abrió puertas. Sus 33 años están marcados por la responsabilidad, la disciplina, la organización y el orden.
Entre sus principales activos están la autocrítica y el saber escuchar, combinados con la que menciona como mayor virtud: “Ser una mujer entregada, que siempre trata de ver las cosas positivamente”, que “busca meterse en todo” y “entrarle de fondo” a cada cosa en la que se compromete.
Aunque Ana Patricia Peralta de la Peña se identifica con los carismáticos delfines, acaso podría ser un camaleón. Su esbelta constitución y la dulzura que proyecta, le confieren un halo de engañosa fragilidad.
Pero detrás de la ternura de su sonrisa, hay una mujer que sabe ser enérgica y firme; que pone límites y es capaz de tomar decisiones, aunque se lleve su tiempo. Que es perfeccionista y exigente con su equipo y con ella misma a la hora de pedir y ofrecer resultados.
“Pareciera que soy demasiado tierna, pero sí me enojo”, admite, y enlista las razones de sus enfados: La falta de compromiso, que la ciudadanía no ponga de su parte para cuidar su entorno; la desigualdad, la indiferencia que muestran algunas personas del círculo privilegiado en el que nació y dentro del que se desenvuelve y “las descalificaciones sin sustento”.
Su momento estelar
Durante su conversación con Motivadas, comparte que, a los 22 años, como regidora por la bancada del Partido Verde (PVEM) y sentada en el Salón Presidentes en sesión de Cabildo (2013-2016), la idea de llegar a la presidencia municipal, no gravitaba en su mente.
Once años después, es consciente de que, en un primer momento, llegó al cargo por una aparente circunstancia política, como suplente constitucional de “Mara” Lezama, quien dejó la presidencia municipal en 2022 para contender por la gubernatura de Quintana Roo, que ganó.
Pero a diferencia de entonces, Peralta de la Peña sabe hoy que vive su momento estelar.
No solo es uno de los rostros del relevo generacional de la clase política local, emanada de la primer camada de cancunenses nacidos aquí… sino que ahora, no va de segunda, sino de principal, y es ella quien toma las decisiones.
Es ella quien lleva las riendas de la campaña para reelegirse al cargo; la que define el gobierno que desea implementar, de resultar electa al cargo el próximo 2 de junio y la que responderá por sus aciertos y sus yerros, como parte de un proyecto propio, con el cual busca ser recordada como “una mujer que transformó Cancún”.
La experiencia la vive con intensidad, emoción y agobio. “Ser candidata, a parte de que es el honor más grande y es un orgullo, es una gran responsabilidad.
“Lo voy a decir de esta manera, porque al final soy ser humano: ¡Es un estrés! Porque tengo ¡tanto que dar! (…) mi nivel de entrega, de querer hacerlo muy bien, es grande”, subraya.
De entrada, uno de sus propósitos más ambiciosos es la elaboración de un nuevo Plan Maestro a 20 años, a partir de las realidades urbanas del Cancún actual, con visión de futuro, que vislumbra moderno, incluyente, igualitario. Unido –dice– no solo coyunturalmente o en la adversidad.
El Cancún en donde desea “hacerse viejita”, viviendo hasta el último de sus días.
Las raíces
La familia nuclear de Ana –como la llaman en casa– está integrada por su esposo y sus dos hijos de tres y cinco años, a quienes menciona como su principal motivación, su pasión y alegría. Le gusta caminar y pasar los domingos con los suyos.
Disfruta especialmente la vida de hogar, una característica que define a las y los nacidos bajo el signo de Cáncer, como ella.
Aún cuando es víctima del “24/ 7” que define a la “sociedad del cansancio” –concepto del filósofo contemporáneo Byung-Chul Han– no acostumbra las comidas de trabajo y reserva ese tiempo para convivir con su familia, cuando la agenda lo permite.
“Yo les doy tiempo de calidad a mis hijos, los hago niños seguros –eso es lo que estoy tratando de hacer”, comenta.
En su árbol genealógico figuran además apellidos enraizados en una ciudad de 54 años.
Es nieta de pioneros. Su abuelo, Diego de la Peña García, construyó el primer hotel de Cancún, el Playa Blanca, inaugurado en 1974 en el kilómetro 3.5, cuando más que zona turística, solo había playas de extensa arena y la promesa de un porvenir incierto, que resultó un insospechado boom.
Teresa Sánchez es el nombre de su abuela “Mima”, una segunda madre con quien tejió una fuerte y entrañable conexión desde pequeña, la cual sigue vigente, pese a su fallecimiento hace un par de años.
Por el lado de su padre –Tomás– tiene por tía a Noemí Peralta de Constandse, esposa del empresario Carlos Constandse, socio del Grupo Xcaret.
La pasión por hacer bien las cosas
Es hija de la empresaria Patricia de la Peña Sánchez, a quien “Don Diego” casi le prohibió incursionar en el sector turístico, porque “no era para mujeres”.
Desoyendo a su padre y siguiendo sus sueños, la mamá de Ana Paty se preparó académicamente y a los 21 años llegó a Cancún, recién egresada de la universidad. En 1982 ya era coordinadora de banquetes en el hotel Sheraton y fue gerente en diversos restaurantes a partir de 1985.
Ha ocupado la vicepresidencia de la Asociación de Hoteles de Cancún, la presidencia de la Asociación de Clubes Vacacionales y la presidencia de la Asociación Mexicana de Desarrolladores Turísticos (AMDETUR). Además, introdujo un concepto hasta hace más de una década, poco explorado aquí, que identifica actualmente al negocio hotelero de la familia.
“Mi mamá era la rebelde, la mujer que quería salir adelante ella sola. Ella quería estar en hotelería, pero mi abuelo le decía que no, que no se podía porque eso no era para mujeres. Ahora mi abuelo está muy orgulloso de mi mamá, quien rompió muchos estereotipos. Yo siempre digo: La mujer que más admiro es mi mamá, porque es la que me enseñó desde niña.
“Ella siempre me lo dijo: ‘Tu puedes lograr lo que tú te propongas, pero lo tienes que hacer con mucho trabajo, con mucha disciplina, con entrega y con mucha pasión’; ella me habla mucho de la pasión por hacer las cosas. También una frase que siempre me dice es: ‘Entre más das, más recibes’; entre más amor das, más amor recibes; entre más cosas buenas das, más cosas buenas recibes”, resalta.
Infancias y mujeres, las grandes causas
Sin embargo, la ausencia en casa fue prolongada y significó para la niña Ana, tempranas responsabilidades y emociones que le forjaron carácter y la aproximaron a realidades fuera de su burbuja.
“Yo viví muchos años en Puerto Juárez; la verdad es que allá también había mucha inseguridad en ese entonces, que eran los 90. Me acuerdo una vez que nos asaltaron, me acuerdo una vez que se metieron a robar a mi casa.
“Me acuerdo que mi mamá también se tenía que ir a trabajar en la noche, muy noche, porque tenía alguna emergencia que tenía que atender y me decía ‘mi amor, ahorita vengo, no me tardo, voy a tener que salir de volada, por favor cuida a tus hermanos; te encargo a Tomas (su hermano)’, que tenía seis (años) y yo me moría de miedo, así de, ‘qué horror, estoy sola en mi casa’, evoca.
Aun cuando el pasaje no le representa “ningún trauma”, ni motivo de juicio, la experiencia sirvió para despertarle un marcado interés por garantizar la seguridad de las mujeres y de sus hijas e hijos, desde el ejercicio público.
Quienes la han visto en acción, confirman que, durante sus caminatas o eventos, no todo son las típicas fotos y abrazos tan en boga.
Peralta de la Peña relata que pone atención en las niñas y niños a su paso, lo que le ha permitido detectar a víctimas de Trata de Personas en su modalidad de explotación laboral o a pequeños en estado de abandono o enfermedad, dando seguimiento a sus casos.
Irónicamente, también en su infancia y adolescencia se preguntaba quién era responsable de la conducción de la ciudad y de los espacios que la integran; de sus carencias y rezagos.
Ahora que le toca ser la encargada de resolver esas problemáticas, descubre que no todo es trabajo de la autoridad, sino también de la ciudadanía. Por eso se confiesa frustrada cuando la gente tampoco pone de su parte para cuidar el entorno de la casa común.
“Me enoja venir por la calle y ver basureros clandestinos. Me enoja ver de repente un sillón tirado en una banqueta o en un camellón.
“Me enoja que nuestra ciudad tenga una falta de cuidado por la gente. Me enoja cuando no veo el compromiso de las personas y eso es algo que digo, si yo estoy dándolo todo, ¿por qué no todos pueden darlo todo?”, manifiesta.
“Mujer derecha”
Discreta, lejos del protagonismo que suele caracterizar a las figuras públicas, Peralta de la Peña se distingue por la mesura. Viste con sencillez, sin ostentaciones y en colores neutros.
Fruto de una educación “Montessori”, reconoce en ella cualidades de liderazgo, autosuficiencia y participación colectiva desarrolladas en su niñez.
Se define como una “mujer derecha; me gusta decir las cosas como son”. Es clara para poner límites y no da pie a situaciones incómodas.
Esta cualidad le ha resultado para capotear a los viejos lobos de mar o a los tiburones en las aguas políticas, que lo mismo han querido “juvenearla” (descalificarla por la edad), “desde que fui regidora me tocó el ‘¡ay, está muy chiquita y cómo le va a hacer!’”, recuerda.
Acosarla. “Sí me pasó. En la Cámara de Diputados (2018-2021), como cosas muy misóginas. Incluso hasta como de ‘ay, qué guapa’. Pero no hacía caso. Mi manera de ser es tampoco dar pie a nada”, continúa.
O subestimarla, como el funcionario de su administración que dijo: “Pues aunque la presidenta municipal me diga…”, describe, impostando la voz y emulando hasta los gestos del aludido.
“No está bien que un hombre llegue y de repente te haga un comentario misógino o de acoso, no está bien”, sostiene, luego de recordar que durante su gestión como diputada local, impulsó la iniciativa de ley para crear la Fiscalía Especializada en Delitos contra las Mujeres –que encontraba resistencias– y promovió reformas al Código Penal en materia de Feminicidio.
Una caja de sorpresas
Poco se conoce de su universo íntimo y dice que no tiene secretos guardados, luego se lo piensa, matiza y comenta que los confesables, no son interesantes.
Sin embargo, durante la conversación se permite varias revelaciones. Por ejemplo, que se ve como una mujer segura de sí misma, pero padece pánico escénico o que no es miedosa, pero ha experimentado lo que es el miedo.
Que aún cuando es disciplinada y organizada, es “muy dispersa” y que tarda en tomar decisiones.
Que su esposo decidió que su película de pareja es “Leyendas de Pasión”, con Brad Pit –porque fue la primera que vieron juntos– pero ella disfruta más “La propuesta”, con Sandra Bullock, “porque toda esa película es demasiado chistosa”.
Que nunca se le ha cumplido el sueño de ver un delfín libre, nadando entre las aguas que dividen a Cancún e Isla Mujeres. Que ella misma podría ser un delfín, por su capacidad de desplazarse en territorios abiertos y extensos.
Que de la política ama la posibilidad de ayudar a las personas y a mejorar el entorno, pero detesta a la gente corrupta, que usa esa vía para beneficio personal.
Sorpresivamente, comparte que se ha descubierto atraída por el Periodismo, al grado de pensar en que podría ser su segunda profesión, de no dedicarse a la política.
“Me encanta, la verdad veo una gran pasión en el periodismo. Mucha pasión (…) Yo quisiera hacerles lo que ustedes me están haciendo a mí (entrevistarle).
“Es como descubrir más allá de una persona; tiene que ver un poco con la psicología y el investigar. Me gusta la investigación, el por qué pasan así las cosas. Hasta hace poco lo pensé. Hace 10 años no lo hubiera pensado, es algo como nuevo que me gusta”, ahonda.
Sobre un punto de quiebre en su vida…primero se ríe, luego lo piensa; después está a punto de contarlo y al final ataja: “No te lo voy a decir”.