Por Adriana Varillas
Con más de 125 mil personas desaparecidas en México, este 19 de abril se conmemora el Día Nacional de las Familias Buscadoras, declarado así en 2024 por las víctimas indirectas de un delito que ha dejado, además de un luto permanente en miles de hogares del país, un impacto emocional, físico y económico en las personas afectadas.
Además de enfrentar el golpe que supone que les hayan arrebatado a un ser querido, madres y padres en distintas ciudades de la República lidian con las omisiones y dilaciones de las autoridades, se endeudan, piden préstamos o buscan generar ingresos adicionales para costear las búsquedas; enferman por el estrés y la angustia; intentan asimilar la indiferencia de la sociedad y anhelan recobrar una vida que no vuelve a ser la misma jamás.
En esa desdicha personal y colectiva, hay mujeres como María Patrón Pat –fundadora del colectivo “Madres Buscadoras Quintana Roo”– que buscan, a partir de su experiencia, canalizar y resignificar la tragedia que la envolvió a ella y a su familia, mediante acciones que eviten que otras víctimas indirectas del delito de desaparición forzada de personas o cometida por particulares en el estado, sufran el mismo martirio que ella atravesó.
“Que las otras víctimas no pasen este tormentoso tiempo que yo pasé. Que ellas no sufran lo que nosotras sufrimos en este calvario y que pues, los errores que se cometieron en la carpeta de investigación de Mariner en el lado genético (no se repitan), eso es lo que me va a mover para ir revisando víctima por víctima”, dice Patrón Pat, en entrevista para Motivadas.
Esta mujer de 42 años, originaria de Yucatán y radicada en Cancún desde hace 15 años, digiere aún la ausencia de su hija, Francisca Mariner Flores Patrón, a veces con la serenidad que suele traer la resignación, combinada con el dolor, y luego con la rabia y la indignación que aún la invaden.
Patrón Pat recuerda a la entonces menor de edad, como la que imprimía alegría en el hogar a través de sus constantes travesuras y su buen carácter.
Su ausencia ha sido motivo de la cancelación de festejos. No hay, navidades, año nuevo, ni Día de las Madres que se celebren en casa desde su partida.
Si acaso, por las y los niños pequeños, se organiza alguna cena con motivo de esas fiestas, para mantenerles la ilusión, aunque las y los adultos se encuentren “destrozados”, expresa, al señalar que si pudiera pedir un deseo, sería la vuelta de Mariner, para decirle que la ama.
“Si yo tuviera a mi hija, así como la última vez que yo la vi, yo le diría que la amo muchísimo y que no se preocupe, que yo voy a cuidar de su hija; que aunque estemos separadas, siempre la voy a amar, que es una de mis hijas rebeldes, pero muy alegre, hacia muchas travesuras y que con todos esos detalles la extraño muchísimo porque ella daba una alegria especial en la casa.
“Cada hija tiene lo suyo y lo de ella era la alegria en la casa y es lo que más extraño de ella, las travesuras, que no eran bastantes. A pesar de que no esté conmigo, siempre la voy a amar”, sostuvo.
El doble crimen y la revictimización
Francisca Mariner, empleada de mantenimiento en una plaza comercial de Cancún, fue asesinada el 22 de junio del 2020, cuando tenía 17 años.
Su ex pareja, Ángel Conrado, en complicidad con dos personas más, estando en su propio domicilio, le disparó en la cabeza, metió su cuerpo dentro de una maleta y la abandonó a una distancia de 400 metros adentro del monte, en el fraccionamiento Paseos del Mar, a cuatro kilómetros de su vivienda en Villas Otoch Paraíso, una de las zonas más violentas de la ciudad.
Luego, para alejar el foco de las sospechas, reportó al día siguiente la desaparición de la menor de edad, a quien mantenía amenazada, según el relato de María Patrón.
Cuando Patrón Pat acudió ante la FGE para denunciar que la ausencia de su hija no era normal, porque su rutina era de su casa al trabajo y viceversa, una funcionaria del ministerio público le dijo que “seguramente” Mariner se había ido “con otro hombre” y que “en tres meses volvería”, porque había “abandonado a su hija”.
“Ella era una madre muy responsable. Su sueldo era para su hija, leche, pañales; su sueldo se lo gastaba en su bebé. Todo lo que ganaba era para su hija y sus salidas eran con ella y con sus hermanas”, subraya la activista, quien aclara que la versión de la ministerio público no era creible.
La mujer, conciente del cuadro de violencia familiar que padeció su hija al lado de Conrado y de las amenazas que la llevaron a regresar con él, pidió que aún siendo éste quien levantó el reporte de desaparición de la menor de edad, catearan su domicilio y pidieran las sábanas telefónicas de él, lo cual no se hizo.
Finalmente el 28 de noviembre del 2022, luego de la declaración de una testigo principal, Ángel fue detenido y, posteriormente, vinculado a proceso.
Desde entonces no ha confesado su delito y apeló a la sentencia que le fue dictada en octubre de 2024, luego de otro testimonio que contradijo las declaraciones del ahora sentenciado.
“Ahorita con la sentencia de los 50 años, apeló para la reducción de la sentencia y de la reducción de la reparación de daños. Él se ha amparado mucho con derechos humanos.
“Él hasta la fecha no ha aceptado su responsabilidad, no declara, pero derechos humanos lo respaldó diciendo que no lo podemos presionar para que dijera dónde dejó el cuerpo de Francisca”, mencionó.
21, el número fatal
En esa coyuntura “Marypat” –como la conocen amigos y familiares– buscó a Francisca con dolor y empeño durante cuatro años y medio, hasta que el 21 de diciembre de 2024, un funcionario de la Fiscalía General de Quintana Roo (FGE) le comunicó que el cuerpo con el registro 441, era el de su hija.
El cadaver había permanecido ahí, en el Servicio Médico Forense (Semefo), sin ser identificado, desde el 21 de julio de 2020, es decir, a un mes del feminicidio y desaparición de la muchacha, hasta que el 21 de diciembre de 2024, día del cumpleaños 21 de Mariner, el cuerpo fue reconocido y “Marypat”, notificada.
“Yo no la identifiqué en el Semefo. A mí me enseñaron fotografías en una pantalla y toda la investigación del cuerpo, porque precisamente a ese cuerpo ya le habíamos puesto la mira por las señales que nos habían comentado de lo que le hicieron a mi hija (…)
“El mero 21, nuevamente, me vuelven a enseñar esas mismas osamentas y me confirman qué es lo que dio positivo por las tomas de pruebas genéticas a mi nieta. Ese día yo no llego a la (sicU Semefo, yo veo a mi hija hasta que lo recibe la funeraria y cuando me la traen ahí”, relata.
En el caso se cometió una sumatoria de omisiones, negligencias y dilaciones –pérdida de evidencia, tomas tardías de pruebas genéticas, confusión de nombres, entre otras– que son investigadas por la propia FGE, derivado de la presión y exigencia de Patrón Pat, quien mantiene denunciados a varios funcionarios y funcionarias de la institución, sin que hasta la fecha se haya rendido cuentas sobre el asunto.
La identificación tardía y la tortura de 4 años y medio
Este 19 de abril, Patrón Pat no se unirá a las acciones colectivas a nivel nacional para conmemorar el Día de las Familias Buscadoras, pues se quedará en casa para trabajar en la tumba de su hija, quien el próximo lunes cumple cuatro meses de haber sido tardíamente identificada, luego de su asesinato y desaparición, hace poco más de cuatro años y medio.
En ese lapso la mujer pegó fichas de búsqueda, encabezó manifestaciones en las calles de Cancún, bloqueó la zona hotelera, acampó afuera de la Fiscalía o del Aeropuerto Internacional de la ciudad. Hurgó en la selva, acompañó a buzos que se adentraron en profundos cenotes, enfrentó a autoridades omisas, negligentes, indiferentes, revictimizantes e indolentes.
Y obligó, a través de la presión ciudadana, a que la institución contratase a arqueólogos forenses, antropólogos y buzos, además de la compra de equipo para realizar búsquedas de víctimas, incluida la de su hija.
Gracias a varias de esas acciones, en conjunto o por separado con otras agrupaciones como el colectivo “Verdad, Memoria y Justicia” –que inició todo un movimiento que permanece en la entidad, desde el 2021– hoy el escenario es abismalmente distinto a las búsquedas solitarias y sin equipo que las y los familiares de personas desaparecidas iniciaron en Cancún, hace casi cuatro años.
Un dolor que se vuelve causa
Sentada en su vivienda, rodeada de imágenes de la Virgen de Guadalupe y sosteniendo la foto de Mariner, María Patrón afirma que el amor de madre y el amor a su nieta, fueron el motor para buscar incanzablemente a su hija, bajo la constante critica y pese a la condena por parte de la industria turística y de la clase trabajadora que resentía los bloqueos de vialidades, sin reflexionar que esa misma tragedia, la puede sufrir cualquiera en la actualidad.
“Es el amor de madre que una le tiene a sus hijos; el amor a ella, el amor a mis hijas y a mi nieta, porque yo siempre decía y manejaba un refrán: ‘Te voy a seguir buscando hasta mi último suspiro’, porque yo amo muchísimo a mi hija, muchísimo, y dije que no iba a descansar hasta encontrarla.
“Y esa fue mi motivación para estar de pie, para luchar contra las autoridades, contra todo, para llegar a tener este resultado”, dice.
Una vez cumplida su palabra, en la actualidad la mantienen en pie, en primer lugar, sus otras hijas, de 19 y 25 años, y su nieta, hija de Francisca Mariner. También seguir apoyando a otras víctimas indirectas.
Desgaste económico
Esta siguiente fase tampoco es facil. Después de más de cuatro años y medio de búsqueda, el desgaste en la salud, en el cuerpo físico –subraya– en el plano mental, psicológico y económico, ha sido evidente.
Patrón Pat cuenta que durante este periodo perdió sus dos trabajos. En uno de ellos, su jefe la puso en la disyuntiva de elegir entre ausentarse para acudir a las audiciencias de imputación en contra del agresor de su hija o su empleo: “O tus audiencias o tu trabajo”, le expuso.
La mujer, quien contó con una red de apoyo familiar, sencilla, pero solidaria, eligió centrarse en encontrar a Mariner y financiarse cocinando platillos que vende en plazas públicas, durante festividades.
“Constantemente yo he tenido que salir a hacer ventas; antojitos en Las Palapas los fines de semana, en el Palacio, en los carnavales, el 16 de septiembre y muchas cosas y en los tianguis. También nos reprimen por hacer ese tipo de ventas; nos piden permisos que me ha negado el mismo ayuntamiento y aún así yo me rebelé y les dije que hice mi trámite y yo tengo que buscar la manera de cómo vender.
“A parte, ¿qué les debo, mi permiso de venta? Si el Estado me debe más a mí que yo a él. Y es así que llego a vender, me ven y me preguntan si traigo permiso, les contesto que no y ya no me dicen nada. Pero antes sí me reprimían y me amenazaban con tirarme mis cosas”, reprocha.
Patrón Pat se refiere así al gasto económico que representa para las familias de personas desaparecidas, el financiar el trabajo que las autoridades –obligadas y pagadas para esas labores– no realizan.
“Es mucho, porque no te puedes quedar a trabajar en un trabajo oficial y la mayoría de las víctimas estamos en esa situación. Muchas de las víctimas indirectas se endeudan en los bancos, piden préstamos y viven pensando cómo pagar sus deudas.
“Yo le doy gracias a Dios porque tengo un marido que me apoya. Él se dedica a trabajar y me dice ‘tú busca a tu hija’. Mi yerno es albañil y colabora en la atención de la casa, el dinero de la comida. Y mi hija la que trabaja y estudia también se hace cargo del gasto”, manifiesta.
Salud mermada
La salud es otro tema. Como parte del mismo viacrucis, a “Marypat” le dio diabetes, se le disparó la presión ocular, le diagnosticaro hipertensión y desarrolló glaucoma.
“Al principio pues yo no lo sentía; después de los tres años, inicio con pequeños malestares a los que tampoco presté atención. Enfermedades que poco a poco se van dando y se van sanando, voy al médico y ahí quedan; pero ahorita, en la actualidad, cuando se cumplieron los 4 años de la desaparición de Francisca mi salud cambió drásticamente.
“Empecé a ser hipertensa en el mes de septiembre; cuando iniciaron los procesos de audiencia, es cuando me cae todo de golpe en mi cuerpo físico, porque ya inicio a tener derrames en los ojos, muchísimo dolor de cabeza (…) el oftalmólogo me dijo que era mucho estrés, mucha presión y que estaba teniendo principio de glaucoma, que necesitaba controlar”, detalla.
Eran los tiempos en que se desarrollaban las audiencias para que un juez Oral dictase sentencia contra Ángel Conrrado, a quien se castigó con 50 años de cárcel el 4 de octubre del 2024, por el delito de desaparición de personas, en agravio de Francisca.
“Era imposible de no tener estrés. Con base en eso, a la ausencia de tres semanas, me corren de mi trabajo. Me dicen, ‘tus audiciencias o tu trabajo’, porque yo sentía que estaba en la recta final y no lo quería dejar así. Me quedo sin trabajo, mi enfermedad avanza y ahorita ya me diagnosticaron glaucoma, presión alta ocular, hipertensión y diabetes”, precisó.
Las banderas rojas
Con apenas 18 años, la joven Marypat “se juntó” con el padre de sus hijas y vinieron a Quintana Roo, hace 17 años, asentándose en la localidad de Ignacio Zaragoza, en el municipio de Lázaro Cárdenas.
Dos años después la pareja se mudó a Cancún, llevando una vida convencional, entre el trabajo y la educación de sus tres hijas.
Francisca Mariner creció y decidió cursar solo la escuela secundaria. Se dedicó a trabajar en una tienda de ropa, en una plaza comercial de esta ciudad y conoció a Ángel Conrado, con quien procreó a una niña y del cual se separó relativamente pronto.
“Lo poco que yo le conocí a él, era una persona muy celosa y violenta. De hecho aquí en el domicilio, en dos ocasiones le rompió el celular a Mariner, porque le encontraba platicando con un compañero que en una ocasión le mandó un mensaje a Mariner”, señala Marypat, sobre aquel episodio en el que, incluso, Conrado amenazó a su hija con un cuchilló.
En otra ocasión, recuerda que un vecino le llamó por teléfono para avisarle que Ángel estaba golpeando a Mariner, quien intentó huir saltando por la ventana, pero fue detenida por él, quien siguió agrediéndola.
Entre peleas, hubo separaciones y reconciliaciones, hasta que se volvieron a alejarse, en pleno embarazo de Francisca.
Inesperadamente, 15 días antes de dar a luz, Mariner decidió regresar con Ángel, de quien se distancia nuevamente cuando la niña cumplió un mes de nacida.
Ella volvió a trabajar, esta vez de afanadora. Terminado su turno, regresaba a su casa a cuidar a su hija, en quien centró su atención y sus ingresos, según lo narrado por María Patrón.
El feminicidio
Nuevamente, un 30 de mayo del 2020, para sorpresa de sus padres, volvió con Conrado, bajo amenazas. De ella no supieron más, hasta cuando al mediodía del 22 de junio de ese año, Diana, la hermana de Ángel, le marcó para avisarle que Mariner había desaparecido. Patrón Pat recuerda haber sentido un hueco en el estómago.
“Cuando a mí me dan la noticia, desde el momento en que sonó mi celular y me dijeron que querían hablar conmigo, a mí se me hizo como un hueco, aquí, un hueco y yo sabía que algo estaba pasando, algo malo estaba pasando. Entonces, cuando me dan la noticia, confirmo de que pues algo le pasó a mi hija”, evocó.
El día en que fue asesinada, Francisca estaba en casa de su suegra, a la espera de que reparasen un aire acondicionado descompuesto. Había llamado a José Ramos, un militar retirado con quien se había relacionado sentimentalmente previo a regresar con Ángel, de quien se había separado.
A la casa llegó la suegra de Mariner –madre de Ángel– ve a Ramos, quien repara la descompostura y se marcha. La señora se retira también a las 15 horas en promedio. La última conexión telefónica de Francisca fue a las 16:30 horas.
“De allí yo ya no supe nada hasta el 22 de junio a las 12 de la noche que es cuando a mí me informaron ellos que Mariner estaba desaparecida. Ellos me marcan y me dicen que quería platicar conmigo.
“Llegan a mi domicilio justo en la noche, los recibí y fue cuando me informaron que no sabía nada de Mariner pero que la última persona que lo vio fue el señor José Ramos”, recuerda María Patrón.
Las investigaciones, que ubicaban como primer sospechoso a Ramos, arrojarían después que, en realidad, cuando Francisca se quedó sola, llegó al domicilio Ángel, con dos personas más.
Mientras uno de ellos se llevó a la bebé de seis meses a otra habitación, Ángel discutió y disparó a la joven, para luego deshacerse de su cuerpo, en complicidad con otra persona más.
“De antemano sabemos que fue Ángel quien le disparó. Desconozco que más haya hecho la otra persona, porque solo sabemos que dos personas se quedaron en el interior y uno de ellos abrazó a la niña y la sacó del domicilio”, expresó.
A esa conclusión se llegó, no por la pericia de la FGE, sino por la insistencia de María Patrón para que se profundizara en las indagatorias, pues la institución se había negado a llamarlo a declarar, ni a solicitar las sábanas de llamadas de Ángel, quien negaba haber tenido comunicación telefónica con Mariner.
Patrón Pat tuvo que hacer guardia afuera del domicilio de su yerno para mantenerlo vigilado e impedir que huyera.
En la Fiscalía le impedían tener acceso a la carpeta de investigación, porque la denuncia por desaparición la había interpuesto él; las pruebas genéticas se las practicaron a ella a un año de lo ocurrido, misma que nunca se procesó; además hubo otras tomas hechas a la hermana de Mariner, que etiquetaron con otro nombre, lo cual provocó que el resultado de coincidencia saliera negativo.
Al cuerpo de Francisca, encontrado el 21 de julio de 2020 e identificado con el número 444, no le tomaron ni una muestra de ADN para identificarlo.
La fuerza de las madres buscadoras
María Patrón recuerda que la noche del 9 de noviembre de ese año, fue su primer marcha en Cancún, en solitario, cuando las colectivas feministas protestaron por el feminicidio de Bianca Alejandrina, “Alexis”, y la policía respodió a balazos en Plaza de la Reforma.
Después se sumaron al colectivo “Verdad, Memoria y Justicia”, fundado por Romana Rivera, madre de Diana García, desaparecida en febrero de 2020 junto con Jorge Kiau.
Sobrevinieron otras protestas en 2021, incluido el bloqueo de la zona hotelera, la colocación de esferas en el árbol navideño del palacio y un plantón permanente fuera de la Fiscalía, enttre 2022 y 2023, ya encabezando su propio colectivo: Madres Buscadoras Quintana Roo.
“Iniciamos con el colectivo de Madres Buscadoras cerrando calles, poniendo lonas, pintando murales, bloqueando la zona hotelera y todo eso siento que fue lo que nos
ayudó bastante”, recuerda.
El campamento permanente afuera de la FGE culminó con el arribo del nuevo fiscal, en junio de 2023, Raciel López, quien sustituyó a Óscar Montes de Oca, relevado del cargo anticipadamente.
Aún cuando la experiencia en su totalidad ha sido amarga, María Patrón reconoce que la presión de los colectivos de familiares de personas desaparecidas ha obligado a las autoridades a reaccionar.
Con López Salazar se acordó la contratación de espeleológos y una arqueóloga en materia de antropología forense, para la búsqueda en cenotes. Se compró –menciona– equipo de rapel y de diciembre del 2023 a diciembre del 2024 se localizó a 16 personas, aunque sin vida.
Antes de eso, las búsquedas –admite– eran sin equipo. “Nosotros nos las ingeniábamos para entrar en los pozos, en los cenotes que nos encontrábamos ahí; cerca del domicilio de Francisca bajábamos con nuestra propia cuenta; bajábamos a la más chiquitita que era mi hija mayor, la amarrábamos entre nuestros mismos sacos, porque no teníamos equipo y no sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar allá.
“Cuando llega el nuevo fiscal, pues yo le digo eso a él y es cuando él manda a comprar equipo para bajar en los pozos y con la capacitación que los antropólogos nos dieron, porque capacitaron personal de rapel para que nos enseñaran a bajar y a los policías y a los MPs igual en los pozos, cambió un poco más rápido y de una manera más segura ese tipo de búsquedas y pues ya podían bajar a cualquier pozo con equipo de rapel”, describió.
En su experiencia, mencionar que el 50 por ciento de los cuerpos de personas desaparecidas, se encontró en pozos y cenotes, mientras que la otra mitad en monte y lotes baldíos.
Maria Patrón, Romana Rivera o Deysi Blanco –madre de la adolescente Fernanda Cayetana, desaparecida en la zona contitental de Isla Mujeres– a fuerza de dolor y tesón, han tenido que capacitarse directa o indirectamente.
Hoy, juntas o por separado, con otras madres, padres o familiares de desaparecidos, con aciertos y tropiezos, con miedo y valentía, denuncian, exigen, se organizan, hablan de protocolos, de procedimientos, de tomas de ADN, de muestras genéticas, de confrontas.
De artículos de la Ley, de derechos, de búsquedas en vida, de la diferencia entre desaparición forzada y la cometida por particulares, de cifras del horror, temas que comienzan a dominar para atender su tragedia, para guiar a otras víctimas a cruzar ese abismo y para ser un faro de luz solidaria, en ese solitaria obscuridad que crece en México.