Ni diosa griega, ni deidad maya. Atenea Gómez, una mortal en el Olimpo isleño

    ✍ Adriana Varillas 🎬 Paola Chiomante 🎥 Octavio Castillero

 

Lleva el nombre de la diosa griega de la guerra, que no es; pero como mortal que ha estado influenciada en positivo por una guerrera isleña, va diseñando su propia identidad, echando mano de sus propios saberes e intentando imprimir a sus batallas cotidianas, orden, justicia e inteligencia.

 

Se conduce con discreción, disciplina y firmeza. También sabe de prudencia, cualidad indispensable al calor de los vientos políticos que soplan en México y Quintana Roo, con la energía suficiente para hundir un barco o garantizar que llegue a buen puerto.

 

Nació en una hermosa isla de pescadores bañada por las cálidas aguas del Caribe Mexicano, tierra por donde asoman los primeros rayos del sol, lo cual la hacía sentirse privilegiada y, al mismo tiempo, “la niña más alejada del planeta”, hasta que leyó el nombre de Isla Mujeres en la primera página de “Mal de Amores”, la novela histórica escrita por Ángeles Mastreta que la cautivó.

 

En esas mismas playas creció y caminó descalza, “cuando todo era libre”. Fue “la más consentida”, al ser la primera nieta, entre varones.

 

Atenea Gómez Ricalde describe a su padre como un hombre “adorable”, aún cuando es su principal crítico, pero es su madre –la disruptiva y rebelde Alicia Ricalde– la voz que le habla al oído, su pilar, su inspiración y su modelo. Su mayor referente –dice– de honestidad, trabajo y creatividad.

 

En su charla con Motivadas, indica que “Licha” ha sido para ella la maestra que, con su ejemplo, le enseñó que “la política es para servir y no para servirse”; que “un buen político es aquel que no le guarda rencor a nadie”, ni siquiera a sus detractores, y a “diferenciar entre la crítica constructiva” y los ataques que solo buscan lastimar.

 

“A mí me inspiró una mujer de carne y hueso que tuve a mi lado, que tengo la fortuna de tener a mi lado; que la he visto ser humana, con días buenos, malos, enojada, feliz, pero siempre con un corazón bueno, noble. Vi utilizar su inteligencia al servicio de los demás (…) Yo soy el resultado de ella”, afirmó.

 

La edil con licencia confiesa que, a la par de la influencia que ejerce su mamá, ha sido un reto importante buscar su propia identidad y diferenciarse de su figura inspiradora.

 

“Los primeros años, claro que fue un reajuste, incluso de personalidad; pero el tiempo te va diciendo ‘yo soy Atenea y tengo la fortuna de tener una madre que me inculcó valores, principios; que me enseñó el bien hacer en la vida’.

 

“Pero soy diferente; tengo otro estilo, otras formas de ver la vida, otro carácter, otra dinámica y bueno, lo que hago es complementar. Cuando mi carácter, mi perfil me hacen dudar de algo…normalmente un político piensa las consecuencias de una decisión para bien y para mal, siempre toco base (…) siempre escucho”, ahonda.

 

Su incursión en el servicio público

 

De profesión abogada, al inicio de su carrera, Atenea no quería saber nada de la vida pública o política, pero se fue involucrando y fungió como directora del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Isla Mujeres y de Cancún.

 

Fue directora de Desarrollo Social. Se desempeñó como diputada local por el Partido Acción Nacional (PAN) y bajo esos colores ganó la presidencia municipal de su tierra, en 2022.

 

Hoy –agradecida por el voto de confianza que recibió– busca reelegirse al cargo como candidata por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), para perfeccionar los avances durante su gestión, continuar con el proyecto trazado, corregir las fallas y cubrir pendientes.

 

“Nunca tomo una decisión que me genere un peso con el que no me siento cómoda. Defiendo las causas que yo creo. Asumo los retos que estoy consciente y creo. Nunca compro pleitos o quiero asumir un rol que no me toca o una personalidad que no es la mia”, expresa.

 

Que cómo busca ser recordada: “Como la mujer que hizo lo mejor, con lo que tuvo”, para beneficio de su gente.

 

La raíz y la tribu

 

Atenea se describe como una amante de las cosas sencillas; de la vida familiar, particularmente de su tribu, con la cual busca compartir tiempo de calidad, comida sencilla, con platillos regionales en domingo.

 

A la mesa se sirven tamales, escabeche, papadzules y “huevitos con lo que sea”, aderezados por una pizca de política –siempre presente en la conversación– y el ingenio y sentido del humor –herencia de su abuela– que reconoce en su madre, Alicia, y en su tío, Julián, ex presidente municipal de Benito Juárez y actual diputado local.

 

“Me encanta estar descalza en mi casa; me gusta mucho disfrutar de las cosas simples de mi familia; de mi esposo, de mis hijos; de revisar los clósets cómo están, qué les queda, qué ya no les queda. Las mochilas, mi propia recámara, la cocina, disfrutar de mis mascotas. Mi familia me aterriza mucho en la realidad”.

 

Sin embargo, reconoce que, muy a su pesar, es también “la mamá que nunca está en los partidos de sus hijos”; la que se pierde de muchos momentos con ellos, precisamente para dejarles un futuro mejor, no solo a sus crías, sino a otras infancias.

 

Considera que lidia con esa ausencia, como toda mujer que es madre en la actualidad y debe salir a trabajar, no solo para tener ingresos que contribuyan a sacar adelante a su familia, sino para autorealizarse.

 

Le ocurre –en su opinión– como a las mamás que salen desde temprano a trabajar a los hoteles y dejan a sus hijas e hijos en casa y, aunque alcanza a reconocer el privilegio de ser apoyada por su propia mamá y por su suegra, “no me siento nada diferente a otras mujeres”.

 

El tema es visto con cierta naturalidad en su familia, pues desde que recuerda su niñez, su hogar operaba cual consultorio médico –relata– siempre lleno de gente acudiendo a pedir ayuda o a ofrecerla. Eran los tiempos aguerridos de su madre, de largo historial como líder social.

 

“Siento que nos hemos ayudado. Siento que tengo la bendición de tener esta familia que me apoya y una madre que vivió mis mismas circunstancias y hoy sabe perfectamente lo que me preocupa”, indicó.

 

Por eso ahora explica a sus propios hijos que su ausencia tiene que ver con la construcción de “un mundo mejor” para ellos y para otras infancias.

 

“Mis hijos entienden muy bien, ella (su mamá) me ayuda a explicarles; ven mis videos, me ven trabajando. Pero a veces sí me dicen: ‘Abrazas a todos los niños y no has venido’. Normal, como todo niño.

 

“Siempre vamos a tener esa espinita como todas las mamás, pero es parte de saber que quiero que les toque un mundo mejor”, agrega.

 

Infancias sanas, sociedades sanas, la apuesta de fondo

 

Garantizar entornos felices, seguros, sanos, con herramientas para el futuro para la niñez –afirma– le resulta apasionante, lo mismo que la conservación de la naturaleza, temas en los que pone especial empeño.

 

En esa pulsión, hay algo más que romanticismo. Atender a niñas, niños y adolescentes, es una decisión estratégica de raíz, porque el resultado de infancias sanas, son sociedades sanas, subraya. “Es muy difícil trabajar con adultos dañados”.

 

Una manera de materializarlo ha sido la construcción, habilitación, rescate o renovación de los parques infantiles, cuyos materiales –afirma– son de buena calidad, que cuentan con instalaciones dignas, sanitarios y personal de vigilancia.

 

“No son solo fierros”, pues funcionan paralelamente como lugares de monitoreo de la conducta de las y los pequeños; de las dinámicas familiares y para detectar problemáticas de fondo, como el maltrato, el acoso u otro tipo de violencias.

 

Atenea e Ixchel, símbolos del poder femenino

 

Si volviera a nacer, a Gómez Ricalde le gustaría que fuese como mujer. Se reconoce feminista porque cree en el poder de las mujeres, en su independencia, en la igualdad y en su derecho legítimo a ocupar espacios y tomar decisiones.

 

De hecho, cuenta que su nombre –el de la diosa griega Atenea– es la representación del poder femenino.

 

“Creo que nos parecemos mucho en ese empoderamiento nato, en saber que somos iguales. Atenea es la única diosa de los hijos de Zeus que no nace producto de una relación, sino de las ideas de Zeus, dándole importancia a la sabiduría, a la mente, a las ideas, mas allá del cuerpo material.

 

“Es lo que representa Atenea y creo que ese es el poder de las mujeres. Algo que en nuestra cultura sería, mas o menos, Ixchel, una diosa que representa el poder femenino, la responsabilidad”, explicó.

 

De lecciones y aficiones

 

Durante 15 años de trayecto político, ha aprendido a “tomar lo mejor de todos”, a “encontrar su propia personalidad, sus espacios y sus formas”; que “hacer lo correcto te genera enemigos”, “a no ver colores cuando se trata de ayudar”, que “la vida tiene matices; nada es blanco y negro” y que “mientras te sientas segura de tus decisiones, vas a poder lidiar con sus consecuencias”.

 

Le enfada “la complicidad para hacer el mal”, la ingratitud, “que se utilicen los cargos para engañar, para mentir”; el conformismo y la corrupción dentro y fuera del ámbito público.

 

Su mayor fortaleza es la resiliencia, la capacidad de adaptación y de comunicar. Su principal debilidad es tomarse las cosas muy en serio. Su miedo más profundo es “un día no ver el mar”, “perder la capacidad de asombro” y “perder los ideales y dejar de luchar por lo que quiero”.

 

Gusta del color rosa en todas sus tonalidades; ve poca televisión, le agrada el Cine Mexicano, con figuras como Pedro Infante o Cantiflas, aunque su película favorita es “Titanic”, protagonizada por Kate Winslet y Leonardo DCaprio.

 

“La vi 200 mil veces. Lloré”, menciona y se confiesa enamorada de “Jack”, como sucedió a todas las jóvenes de la época.

 

Es afecta a leer novelas históricas y uno de los libros que la marcó en la adolescencia fue “Mal de Amores”.

 

“El título me gustó, estaba en plena adolescencia, pero cuando lo abro me quedé impactada. Abro la primera página… es un libro que es una novela histórica que retrata el México de la post Revolución. Y habla de una historia de amor entre un guerrillero y una mujer.

 

“Pero su primera página inicia con una historia, de una aventura en Isla Mujeres. Entonces, para una niña que en ese momento sentía que vivía en el lugar más alejado del planeta (…) no era normal que Quintana Roo saliera en las noticias nacionales (…) entonces cuando veo que es un libro de verdad, que se compra en las librerías, y veo que inicia ahí y pregunto que es Ángeles Mastreta, me emocionó y lo leí de principio a fin”, narró.

 

Del futuro

 

Su lugar favorito desde niña es Bahía de Mujeres, porque le encanta observarla al cruzar de Cancún a Isla Mujeres.

 

“Todos los días son diferentes. Hay días de azul turquesa, de azul índigo; hay días en que se ve más verde; hay días de olas arriba, de olas abajo, que parece un plato.

 

“Las luces se ven diferentes, la luna cada día te regala un nuevo espectáculo diferente. Para mí, ese lugar de la última construcción, hasta donde empieza la Marina Naval, esa es la Bahía de Mujeres y ese es mi lugar favorito”, señaló.

 

Anhela seguir viviendo en Isla Mujeres, como un municipio bien planificado, bien gobernado, en donde el crecimiento no sacrifique a la naturaleza.

 

“Yo espero que ya en mi casa, con mis hijos, con un trabajo más tranquilo, disfrutando de más tiempo con ellos, cuidando a mis padres, a mis abuelos (…)

 

“Me veo continuando mi labor social con los niños y con el medio ambiente. Creo que seré una defensora de las causas medioambientales y las infancias”, anticipa.

 

Antes de concluir la conversación, revela un secreto: Que le cuesta mucho levantarse por las mañanas.

 

“Esas cuatro, cinco o cuando mucho seis horas que dormimos, ¡ay, sí me cuesta levantarme!”,

 

 

 

 

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