Deysi Blanco: Ni fiestas, ni mariachis para las madres buscadoras en México

✍️ Adriana Varillas 🎬 Paola Chiomante 🎥 Octavio Castillero

 

Nacida en Peto, un poblado de Yucatán, se mudó a Cancún a los cuatro años, en donde creció. Luego de un noviazgo de cinco años, se casó a los 25 con su actual esposo y, “orgullosa de ser madre”, tuvo cuatro hijas e hijos que siempre fueron su prioridad.

 

Hace 30 años volvió a cambiar de residencia, de Cancún a la zona continental de Isla Mujeres, en donde se empleó como parte del personal de intendencia de una escuela y, posteriormente, ingresó a la división de Parques y Jardines del ayuntamiento de aquel municipio.

 

Sus colores favoritos son el rojo y el rosa. Nunca pensó en estudiar una carrera universitaria, pero le encanta la repostería, que es uno de sus pasatiempos.

 

Su vida –dice– transcurría “muy feliz” y, hasta hace 2 años, el 10 de mayo fue todavía motivo de celebración y gozo en su casa. Fue también el último festejo junto con la más pequeña de sus cuatro hijas e hijos: Fernanda Cayetana Canul.

 

A diferencia de entonces, el siguiente Día de las Madres –en mayo de 2023– fue para Deysi Blanco Chí, diametral y dolorosamente diferente, en una iglesia, sin fiestas ni mariachis, como ocurre con muchas mamás que han experimentado la pérdida de una hija o hijo.

 

Hoy, le tocará estar con otras mujeres, en pie de lucha, alzando la voz desde Chiapas para exigir a las autoridades que encuentren a sus familiares, desaparecidos en México, uno de los fenómenos sociales más crueles que se experimentan y crecen en el país.

 

“Lo voy a pasar en lucha, no es una fiesta. No habrá mariachis como con otras mamitas que lo van a disfrutar”, indica, durante la conversación que sostiene con Motivadas.

 

La historia de Blanco Chí es la de una madre de familia que, a partir de la pérdida de su hija en un trozo del pretendido paraíso, aprendió a “realizar búsquedas, no en maleza, sino en vida, inmediatamente; a luchar contra el sistema, a dialogar con fiscales y policías, a cómo dirigirse a cada gobierno” que, reprocha, les llega a mentir.

 

Entre sus lecciones está el “cómo ayudar a otras mamitas para que no pasen lo mismo”, a sentir el olor de la tierra, a reconocer si ésta huele mal, a cuerpo putrefacto; a diferenciar los huesos de animales, de los restos óseos de un ser humano. A resistir.

 

“Mamá, la niña no está”

 

La hija de Deysi –una adolescente de 12 años, hiperactiva, cariñosa, obediente, querida en su escuela– fue desaparecida la mañana del 21 de julio del 2022, luego de acudir al domicilio de un matrimonio a lavar trastes, actividad remunerada que le permitiría ahorrar para comprar el celular que soñaba.

 

La niña ya no volvió a su hogar aquel jueves. Su hermana mayor la fue a buscar a la casa habitada por una pareja conformada por Marco Antonio N, un taxista que tenía un puesto de tacos y Angélica N, quienes la habían empleado. El domicilio estaba cerrado y sus ocupantes, ausentes.

 

Laura, la hermana de Fernanda, le avisó a Deysi que Fernanda no aparecía. La mujer dice haber sentido un dolor agudo en el pecho, temiendo que algo malo hubiese ocurrido.

 

“Hay una intuición de madre que cuando algo está pasando lo sientes, como que sientes miedo (…) te duele el pecho (…) el corazón de una madre no miente”, expresa, para luego explicar que la angustia tampoco era gratuita.

 

La niña contó a su hermana que Marco Antonio la miraba de arriba abajo, de una forma que le incomodaba y un día antes de su desaparición, compartió su malestar con Deysi, quien le prohibió presentarse a su trabajo, pero fue desoída.

 

“Mi error fue no contarle a mi esposo para que le prohibiera ir”, comentó, al confesar que sigue culpándose por esto último.

 

Al ser notificada de que su hija no aparecía, la mujer pidió permiso para salir temprano de su trabajo; volvió a su hogar y no había mayor noticia de Fernanda. Su esposo “se quebró, lloraba y lloraba”.

 

Ella llamó al Grupo Especial de Atención a Víctimas de Violencia (GEAVI) para ir al domicilio de la pareja. También se dedicó a preguntar entre los vecinos si alguien había visto salir a su niña, sin éxito.

 

A punto de derrumbarse emocionalmente, señala que sacó fuerza suficiente para movilizarse y denunciar la desaparición de la adolescente ante la Fiscalía General del estado (FGE), en donde un funcionario que estaba a cargo de ese tipo de investigaciones, la bombardeó con preguntas, incluso cuestionándole si su marido habría vendido a la niña, lo cual constituyó un acto de revictimización.

 

Durante 15 días Deysi le lloró a su hija. “Hasta que dije ‘basta, con lágrimas no la vas a encontrar’”, narra.

 

De mamá a madre buscadora

 

A partir de ese momento, con las herramientas y recursos personales que disponía, Deysi siguió sus propias indagatorias, mismas que la llevaron a Valladolid, Yucatán, en donde supuestamente había sido vista la adolescente, de acuerdo con el seguimiento hecho por una periodista conocida como “Monforta”, menciona Deysi.

 

En Valladolid, ella y su esposo tapizaron la pequeña localidad con las fichas de búsqueda de Fernanda. En algún punto, una camioneta de color negro paseaba por el frente de la casa en donde los padres de la adolescente se estuvieron alojando. Un familiar suyo les advirtió que “alguien” los estaba buscando. Al tiempo regresaron a Cancún.

 

Aquí se unieron al colectivo Verdad, Memoria y Justicia, fundado en 2021 por Romana Rivera, cuya hija Diana García había sido desaparecida en febrero del 2020.

 

La FGE lanzó una recompensa para quien o quienes proporcionaran información fidedigna que permitiera la localización y detención de Marco Antonio N.

 

A través de mensajes por redes sociales, personas de Chiapas localizaron a Deysi, porque la institución ignoraba sus reportes acerca de la presencia en Chiapas del ciudadano buscado por la autoridad,

 

En ese ínter, la mujer aceptó el acompañamiento jurídico-victimal de la organización “Somos Tus Ojos”. Se logró contactar con las personas de Chiapas que enviaron ubicación en tiempo real de Marco Antonio.

 

Pese al miedo, se reunieron con el fiscal para casos de desaparición de personas, Pedro Viveros y el entonces fiscal general, Óscar Montes de Oca, quienes le notificaron que el inculpado probablemente se encontraba en Chiapas.

 

Finalmente, el 11 de noviembre del 2022, la institución anunció la captura de Marco Antonio en la ciudad de San Cristóbal de las Casas. Tiempo después, su esposa, Angélica, se entregaría también. Ambos fueron vinculados a proceso y niegan haber procedido en agravio de la niña.

 

El tesoro más perdido

 

Ante la impotencia experimentada por la opacidad, negligencia, omisiones y dilaciones de la institución ministerial, Deysi Blanco y otras madres de familia que buscan a sus hijas e hijos, decidieron bloquear el bulevar Kukulkán a la altura de la casa del gobierno del estado, en la zona turística, a fin de llamar la atención de la gobernadora, “Mara” Lezama, exigirle resultados y la destitución de Montes de Oca y de la comisionada de Búsqueda.

 

Como resultado se programaron mesas de trabajo, se relevó a la comisionada; se nombró como encargada de Despacho a María López Urbina y se creó una Red Interinstitucional de Búsqueda de Personas, que fue rápidamente abandonada por los colectivos ciudadanos, al no llegar a ninguna acción concreta.

 

En 2023 María Patrón –madre de Francisca Mariner– y Deysi se desprendieron del colectivo “Verdad, Memoria y Justicia” y formaron “Madres Buscadoras Quintana Roo”, que sufrió un nuevo cisma seis meses después.

 

Actualmente, aún bajo el acompañamiento de “Somos Tus Ojos”, Deysi es su propio colectivo, al que bautizó con el nombre de “Fernanda Cayetana”, cuyas fotos resaltan en un altar entre velas, flores, un vaso con agua y una biblia en la esquina de su habitación, en una humilde morada localizada camino a Rancho Viejo.

 

Aunque su constitución es pequeñita, es reconocida como una de las madres buscadoras más aguerridas; no pierde la sonrisa, el entusiasmo y pese a su estado de salud –que de vez en vez merma– se ha sumado solidariamente para alzar la voz en otras causas, sin abandonar la propia.

 

Se ha sentado lo mismo ante senadores y diputados, que ante personal de la Embajada de Estados Unidos en México –comparte– para narrar su caso.

 

En fechas como la de hoy –confiesa– es inevitable que la ausencia de Fernanda profundice un dolor que antes le era desconocido.

 

“Al tener a tus hijos completos, al tener a Fernanda conmigo, era de alegría, era todo música; escuchar música con ella, bailar con ella a su ritmo que ella llevaba, pero al transcurso de los hechos la vida cambió, mi vida cambió. Ya es muy diferente.

 

“Cambia nuestra vida como madre porque ya no son las mismas actividades. Ahora en vez de escuchar música y hacer bailes como antiguamente, todo eso se convierte en búsquedas, se convierte en meterte en el face, mandar fotos de ella (…) son dos etapas de tu vida que la pasas, uno alegre y otra viene la tristeza”, expresa.

 

La última foto que conserva de Fernanda es una selfie que se tomaron un día antes de su desaparición; todas las noches conversa con ella y, hay momentos, en los que le parece escuchar la voz de la niña.

 

“En medio de esa tristeza me confortó en ver sus fotos, en hablar con ella de noche, aunque como dicen, no nos escucha físicamente, pero a la distancia ella siente una química entre ella y yo.

 

“Porque una química entre madre e hija, porque yo la siento viva a ella, me ha visitado en sueños y cuando ella me abraza y se despide de mí y me dice que va a regresar”, agrega.

 

Como mensaje particular en esta fecha, se dirige a las madres de familia que continúan en busca de sus hijas e hijos desaparecidos:

 

“Yo les digo a ustedes, no se cierren, levanten la voz por él (o ella) porque aunque un hijo no esté con ustedes pero tú estás como madre. No llores, no te derrumbes. Todas nosotras las madres nos derrumbamos cinco minutos, pero sé fuerte, agarra fuerza mamita para que tú puedas ser una madre valiente, luchona y encontrar al tesoro más perdido de tu familia. Un hijo es todo en la vida.

 

“Nosotras nos podemos ir del mundo y nuestros hijos nos podrán olvidar, pero tú como madre no puedes olvidar a un hijo, porque tú los trajiste al mundo”, concluyó.

 

 

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